¡Esa espina!

¡Esa espina!

Alguien dijo: "Hoy me quejé por una espina que tenía, y oré a Dios para que me la quitara. Pero olvidé que las espinas del Señor, todas juntas, fueron su corona ".  Aquella corona de sufrimiento, ¿No fue acaso el símbolo de nuestra redención?

Lo más hermoso que Dios nos ofrece fue comprado y asegurado por su propio dolor. Esta es también la síntesis de la vida humana. Porque muchos de los bienes más valiosos que anhelamos para nosotros, ¿no suelen ir acompañados de dolor y de problemas?