Hay una fábula de dos ranas que cayeron en un cántaro de leche. Una de ellas comenzó a sentirse sofocada, y se dijo a sí misma: «Yo no puedo respirar aquí, y tampoco ruedo salir porque los lados son muy altos. Me voy a morir».
Se afirma que existen tres actitudes posibles frente a los problemas: 1) Huir de ellos, 2) rebelarnos contra ellos, y 3) hacer algo para resolverlos. Abundan las personas que adoptan la primera actitud, es decir, que prefieren cerrar los ojos y eludir sus males, porque no saben hacerles frente con valor. En este grupo a menudo se encuentran los alcohólicos, los drogadictos, los indolentes, y los que siempre inventan excusas para no cumplir con su deber.
Hace un tiempo me puse a observar detenidamente la vida de las hormigas, y confieso, quedé asombrado al verlas trabajar con tanto orden y empeño. Pero una hormiga en particular atrajo mi atención. Negra y de tamaño mediano, la hormiga llevaba como carga una pajita que era por lo menos seis veces más larga que ella misma.
Un apicultor introdujo una gran cantidad de abejas en una de las islas del mar Caribe. En los primeros meses las abejas trabajaron diligentemente en la acumulación de miel para el invierno. Pero cuando descubrieron que estaban en una tierra de verano permanente, dejaron de producir miel y se dedicaron a volar perezosamente y a picar a los habitantes.
Dos amigos dialogaban entre sí. Uno de ellos hablaba de sus problemas, de las dificultades que tenía con sus hijos y con su salud. Su espíritu abatido y quejumbroso hizo reflexionar a su amigo, hasta que este finalmente le dijo:
El otro día visité un lugar donde nadie tenía un solo problema. Y quedé impresionado por ese hecho.
¿Qué lugar era ese?