¡La vida nos prueba de tantas maneras! Cuando no es un problema de salud, es un problema en el trabajo, en el hogar, en la convivencia con los demás, o bien es la pérdida de un ser querido. Pero de estos golpes no nos podemos librar.
Podemos sentirnos animados si tales golpes nos vienen uno por vez; porque a menudo dos o tres de ellos se desatan contra nosotros al mismo tiempo y nos llevan al borde mismo del abatimiento y la desesperación. ¿No ha vivido usted alguna vez esta experiencia?
Cuando el contratiempo parece destruirnos, cuán saludable es encontrar una mano amiga, o a lo menos aceptar la adversidad tal como es, sin rebeldía, para luego poder superarla con mayor facilidad.
Aun la dificultad más severa puede convertirse en nuestra mejor aliada. Puede ser algo así como una bendición disfrazada. Como le ocurrió a aquel ciclista de Sudáfrica, quien cierto día tropezó peligrosamente con una piedra del camino. Cuando se levantó de su caída, y antes de seguir viaje, tomó la piedra que le había causado el accidente y la arrojó enfurecido contra una gran roca que había a la vera del camino. Pero, ¡oh sorpresa! La piedra se partió con el golpe, y en su interior descubrió una brillante pepita de oro de gran valor. ¡Una desgracia con suerte! ¿No es así también como a menudo las pruebas de la vida pueden beneficiarnos y ayudarnos si sabemos tomarlas con la debida actitud?
¿Está usted abrumado por algún problema? No desmaye en la lucha. Dios estará con usted para darle aliento y fortaleza. Junto a él puede despuntar el día más luminoso de su vida.